Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades...
¿En qué o en quién confías para que te proteja? ¿En la policía? ¿En el dinero? ¿En la familia? ¿En la reputación? La verdad es que todas estas cosas pueden fallarnos tarde o temprano. Pero en el Salmo 121 vemos en quién podemos confiar.
Dios no es como las cosas de este mundo. Él no necesita...