Podemos aprender algo nuevo en medio de cada situación. El apóstol Pablo también tuvo enfermedades y dificultades, pero aprendió a regocijarse en medio de todas ellas. Lo insultaron, lo persiguieron, sufrió en gran manera por amor a Cristo, pero él sabía que Dios no lo abandonaba jamás. Al igual que Pablo, nosotros también contamos con el poder sustentador de Dios que renueva nuestras fuerzas y nos ayuda a continuar firmes en él.